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10 abr

No es cine es real

Artículo de Actualitat PROiNFANTS en 10.04.12

Toño Armengod, director del documental “Aasara 10 años con los niños y las niñas de la calle de la India”

El director Toño Armengod grabando en el slum de Ganeshnagar. Cuando Aasara me pidió que les hiciese un documental con motivo de su 10º Aniversario no pude negarme por la estrecha vinculación que me une precisamente con una de las contrapartes que Aasara apoya.

Mi tía, Primitiva Vela, dirige la residencia Ankur de las Sisters of Charity of St. Anne, dónde AASARA impulsa tres proyectos de cooperación y educación.

En el 2008, tuve la suerte de visitar Bombay, y filmar muchas de las imágenes que ahora he podido volcar en este documental. Además tuve la oportunidad de que mi hijo Daniel me acompañara junto con mi equipo de grabación.

Bombay nos recibió con su clima característico: calor, humedad y ese olor entre especias y mugre que se te pega al cuerpo. Sin embargo, nos encontramos de bruces con la realidad de la zona cuando nos desplazamos hasta Ankur. Allí estaban velando a un niño que había fallecido recientemente por causa de lo que mueren aquí los niños: el abandono, la miseria y el hambre. Ya en Ankur, como siempre con esa sensación de no haber salido de casa. Especialmente me encantan las continuas sonrisas que atraviesan las caritas morenas de las niñas y sus interminables trenzas negras (siempre que no haya piojos, ya que entonces toca cortar el pelo).

Tras descansar un día para reponernos del cansancio del largo viaje y asimilar todo ese torrente de sensaciones que te embargan cuando llegas a la India (hayas estado anteriormente o no, es igual), nos pusimos manos a la obra con la grabación. Pudimos percatarnos que el monzón había hecho estragos este año. Todo estaba lleno de barro y se nos cayó el alma al suelo al ver las chabolas inundadas. Sin embargo, allí la gente no se viene abajo, como haríamos nosotros en Occidente. Las continuas calamidades que han pasado y, sobre todo, su extraordinario caudal interior de valores, les hacen tirar para adelante ante las adversidades, dándonos verdaderas lecciones de solidaridad.

Primi nos mete en lo más profundo de los slums y, lo que son las cosas, mi carácter occidental me hace sentir que me lo van a robar a todo. ¡Qué equivocada sensación la mía! Otra vez nos encontramos sonrisas, incluso nos invitan a comer de esos pucheros preparados en las calles con la escasa comida que consiguen. Y en mi interior no dejo de pensar por qué sonríen. Su lección me hace comprender cuáles son los verdaderos valores que tienen el ser humano y la vida. Ellos son los depositarios de los valores más preciados que puede tener un hombre. ¡Y aquí en occidente consumiendo cosas absurdas y desesperándonos ante cualquier nimiedad! Cuanto nos queda por aprender…

Los días pasan y conocemos mejor el enorme contraste, lo injustos que somos con nuestros semejantes. Chabolas y más chabolas rodean los barrios residenciales que tienen rascacielos interminables. Y los niños trabajando, buscando en las basuras, jugando en cenagales… Otra vez mi mente del primer mundo me juega una mala pasada. Me quiere hacer ver que esto sólo es una película de cine pero no, es real, muy real. Cuando aparto el ojo del objetivo esa realidad es la misma, no se queda sólo en la pantalla. ¡El corazón se me encoge de nuevo!

Terminamos la grabación, y tras pasar unos días más distendidos por Ankur, llega la hora de regresar. Me despido de mi tía favorita y nos volvemos.

Zaragoza ha cambiado, me parece verla vacía de gente y tengo la sensación de que las cosas no van bien por aquí, me siento impotente ante esta situación. Y sin embargo me doy cuenta que no es Zaragoza la que ha cambiado. Ésta es su verdadera cara. Cualquier cosa que hagamos aquí por pequeña que sea, allí lo es todo. Esa es la verdadera lección que he aprendido de esta imborrable experiencia. Sé que Daniel, mi hijo, tiene la misma sensación.

Ver el documental

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